jueves, 26 de junio de 2008

La historia de Pancho, Cap. XX, El fin de la historia.

Mi viaje frustrado a España y la renuncia a mi trabajo, fueron vitales para que yo pudiera terminar mis estudios de derecho. No tenía alternativa, había renunciado a mi trabajo, no había salido del país y me encontraba en medio de la nada, con una pensión que apenas me podía sostener en las necesidades mas básicas, a esto hay que agregar, que estudiar derecho es muy exigente y no le permite realizar actividades laborales paralelas, si quiere realmente titularse.
Pasé de todo, sin dinero, sin amigos, dedicado únicamente al estudio, y para colmo de males, mi relación de pareja ya nunca fue igual, a partir de mi frustrado viaje a la madre patria. Así y todo pude terminar mis estudios, hacer la practica y rendir el examen de grado. Nunca me lo hubiera imaginado, obtuve una de las mejores notas, que se han dado en muchos años. Al fin ya era abogado, ahora buscar trabajo, o formar una oficina donde ejercer libremente la profesión. Nada de fácil.
Fue un periodo muy largo, lleno de sacrificios, por que opté por lo último, ejercer en forma liberal la profesión y de ahí hay que ganar terreno, centímetro a centímetro, nada es gratis en esta vida. Pero al fin, era abogado, lo que siempre había querido, desde que terminé la enseñanza media y ahora a los 49 años lo lograba, habían pasado treinta años, mis sueños de estudiante se habían cumplido después de aplazarlos tantos años.
De a poco fui ganando clientes y después de los cuatro años, ya podía decir que tenía una pequeña cartera, que me permitieron algún pequeño desahogo económico.

Mi vida afectiva, tambaleaba, cada día era peor, o le le veía una salida. Por fin decidí que debía ponerle fin, pero no me atrevía a vivir solo. Ahora como buscar una persona si aún tienes tu pareja, eso era el problema.

La idea, que se me vino a la mente, era buscar primero, si esto resultaba, romper el compromiso y seguir con la pareja que encontrara, pero ésto era tremendamente difícil y muy riesgozo. Nadie con buenas intenciones sale con un hombre emparejado que le prometa que luego va a terminar una relación. Así no funciona. Pero yo decidí arriezgarme. Como podía hacerlo, no podía ponerme un letrero y salir a la calle, "busco pareja", me interesaba conocer muchas personas y elegir una perfecta, que reuniera todas las cualidades, de una mujer soñada, esto es, bonita, inteligente, profesional, culta, y por sobre todo que fuera autosuficiente en el aspecto económico. No quería hacerme de nuevas cargas, ya daba por hecho que al separarme debía cumplir con mis compromisos como padre.
Cual sería la solución, no la encontraba por ninguna parte, hasta que leo una revista en que narran experiencias de personas que se conocieron a través de internet. Esta es la mía así lo dije, busqué una página adecuada y mandé mis datos, un poco adornados de cualidades extraordinarias y exigiendo que quien me contestara debía reunir exactamente los requisitos de la mujer soñada.
No pasaron mas de diez días cuando un día reviso mi correo y habían mas de treinta personas que mandaban sus datos y querían contactarse conmigo, al otro día otras treinta o cuarenta, nunca supe cuantas me mandaron sus fotos, curriculum, etc. De todas partes, Argentina, Colombia, Venezuela, Brasil, y por supuesto de Chile.
Decidí eliminar todas las propuestas de otros paises y aceptar solamente de coterraneas, especialmente de Santiago y de las regiones mas cercanas. Seguían llegando mensajes. Hasta que decidí que sólo aceptaría candidatas de Santiago y de las comunas de Providencia, Las Condes y Vitacura.
Ahora me dedique a conocer a las postulantes, chateabamos unos días y después decidiamos juntarnos. Todas un poco exageradas en lo que decían de sus personas, flacas que eran gordas, feas que eran bonitas para mi gusto, altas que no eran tal, en realidad una fauna bastante hetereogénica. Ninguna de las conocidas cumplian los requisitos, yo pensé esto no vale la pena y a lo mejor me equivoque. No mas.

Un día y revisando mi correo, encuentro uno que me llamó la atención, una persona de Vitacura, profesional, buenamosa, independiente. No se porque, pero me dió la corazonada que valía la pena conocerla. Efectivamente valió la pena, nos conocimos, de inmediato nos gustamos, y con decirles que al año y medio estabamos casados con todas las de la ley. Llevamos cinco años y nunca nos hemos separado ni un sólo día.
Amigos, el amor existe, hay que buscarlo, al fin llega. Y colorin colorado, este cuento se ha acabado. Un abrazo para todos, muchas felicidades y ojalá que mi historia, sirva de luz a quienes buscan una salida en la vida. Hasta siempre, Pancho del Sur.

miércoles, 25 de junio de 2008

La Historia de Pancho, Cap. XIX, Viaje frustrado

Llegamos a Concepción, no podía creerlo, nuevamente en sus brazos, nos hicimos el amor una y otra vez, no se de donde saque tanta vitalidad, afortunadamente era fin de semana y no estaba apremiado por tiempo. Pasaron dos días y no me atrevía a contar mi nueva vida, sobre la pareja que tenía, mi pequeño hijo, pensaba que podría romper el encanto y que ella quisiera volver a España y no poder disfrutar de su compañía. Eso me partía el alma, por un lado sabía que estaba siendo infiel con mi nueva pareja y por otro que tampoco estaba siendo sincero con la visita. ¿que era lo mejor?, eso era mi mayor incertidumbre. Bueno, el lunes tuve que trabajar, así que debí bajar las revoluciones y acostumbrarme a verla sólo al mediodía y en la noche, mi trabajo era muy exigente , especialmente como Jefe de Policía en una ciudad grande como Concepción.
Pasó una semana y yo ya había tomado una decisión, contar toda la verdad y esperar su reacción.
El domingo nos fuimos a una playa cercana y le conté todo lo que pasaba, todo sobre mi pareja, mi pequeño hijo y mis planes futuros.
Su reacción fue distinta a lo que me imaginaba. Solo le interesó saber si todavía la amaba. Ante la respuesta afirmativa, me hizo saber que eso era lo único que le interesaba y que estaba dispuesta a compartir su vida conmigo, pero en España. Yo ese año había ingresado a estudiar derecho en la Universidad de esa ciudad e irme a España no estaba en mis planes. Mas sabiendo que no era autosuficiente, ya que no era profesional, en alguna actividad que pudiera ejercer en Europa. Eso me asustó mucho.

Pasó así la primera semana, luego vino la segunda, la tercera, la cuarta y así sucesivamente, mi amiga seguía en Chile y yo tenía un compromiso que no había disuelto, mi pareja y mi hijo que vivían en Santiago. Ni siquiera los había podido visitar en casi dos meses, pues mi tiempo lo tenía dedicado a atender a mi visita . Ahora también necesitaba aclarar mi situación con esta persona, ¿que le diría?,. que se me apareció de repente el amor . ¿Sería suficiente?, ¿que sería de mi pequeño hijo?, lo podría volver a ver, eran las preguntas que no me dejaban dormir . Cuando enfrentaría esa situación, era otra pregunta que me hacía.

En el mes de Febrero y después de mas de dos meses de amor intenso, y darle vueltas al asunto, acordamos que renunciaría a mi trabajo y viajaría en Abril a España. Todo estaba decidido, pero cuando rompería el compromiso con la madre de mi hijo, era otra situación que me angustiaba. Como había una fecha fija, el rompimiento debía hacerlo, inmediatamente mi visita abandonara Chile.
Enfrentarme a ella, fue lo mas difícil, me sentía un cobarde, un canalla, iba a abandonar un hijo y me iba detrás de una ilusión, sería lo correcto, esto me atormentaba.

Como no hay plazo que no se cumpla ni deuda que no se pague, llegó la hora de la verdad. La madre de mi hijo muy conmocionada por lo que le acababa de contar. Sólo le había dicho, que había renunciado a la Institución que me cobijó por tantos años y que me iría a vivir a España, pero sólo y que ella no estaba en mis planes.

Esto la exitó muchísimo y practicamente me obligó a contarle todo, desgraciadamente, no pude ocultar detalles y en buen chileno, "me fui con todo el carrete", es decir le conté todo sobre la venida de mi amiga española y mi compromiso con ella. Estalló la guerra, llantos, gritos, insultos, amenazas, de todo lo imaginable.
Después de todo y una vez se hubo calmado un poco, tiró la bomba "ESTOY ESPERANDO UN SEGUNDO HIJO TUYO", me quería morir, pensé que ese era mi castigo por mi mentira, quedé deshecho, como si todo el peso del cielo hubiera caído sobre mis hombros, no lo podía creer.
Por unos buenos momento quedó atónito, desorientado, jamás me esperé algo así. Lloré como un niño, el mundo se me derrumbó. No podía irme y dejar todo botado, podía haber dejado a un hijo, pero ahora no podía dejar a dos. Ese mismo día tomé la decisión. NO ME VOY, pasé lo que pase me quedo en Chile. Así lo hice y nunca mas he vuelto a España. No me hablaron en casi un año. En noviembre siguiente, nació mi hijo, el mas querido de todos, el que me hizo renunciar al amor y aquí estoy, hoy ya tiene dieciséis años. Lamentablemente, la vida en pareja con su madre no la pude mantener y debí separarme, busqué un nuevo amor y esa será otra historia que contar. Me quedaron dos hijos maravillosos.

La historia de Pancho, cap. XVII, El reencuentro

No hay plazo que no se cumpla y mi estadía en el viejo mundo llegaba a su fin, después de un mes de recorrer las principales capitales y ciudades europeas. Llegué a Santiago era invierno, me pareció todo tan feo y gris, la gente se veía triste y le encontré a todos cara de indígenas.
No cabía dudas que estaba enamorado, mi novia española me despidió en el aeropuerto y apenas pisé suelo chileno, la estaba llamando. Después comenzamos a escribirnos, practicamente una carta por día, encomiendas casettes, con grabaciones etc., etc. Esto duró poco mas de un año, pero la distancia mata al amor y nuestras cartas se fueron distanciando. Yo había vuelto a mi trabajo y me encontraba de nuevo avocado por completo a él.
Pasaron cuatro año y al menos hacía dos años que no tenía noticias de mi amiga española. Había hecho un curso para jefe de la institución y fui trasladado a Concepción.

Un día y encontrándome un poco deprimido, ya que por razones profesionales no pude viajar con mi pareja a Concepción, la que había encontrado después de mi regreso de España. Decidí escribirle para saber de ella, ya que a pesar del tiempo era algo que no podía borrar de mis pensamientos y era que en el fondo seguía enamorado.

Grande fue mi sorpresa, cuando habiendo pasado unos quince días, me avisan que tenía un llamado de larga distancia, específicamente de España. Mi corazón dio un vuelco, supe enseguida quien me llamaba y efectivamente era ella. Nos reencontramos ese día, nos llamamos al día siguiente, al subsiguiente, etc. etc., hasta que habiendo transcurrido una semana me avisa que tiene pasajes para Chile y que llega un día el sábado. No podía creerlo, mi pecho estaba hinchado de felicidad, la vería nuevamente, habían pasado mas de cuatro años, como estaría, como me encontraría ella a mi. Pero en el fondo, lo que temía era que yo ya no estaba sólo, tenía una pareja en Santiago y un pequeño hijo de dos años. Como volver todo atrás, que podría hacer, como de una plumada borrar todo y dejar en el instante en que nos despedimos en el aeropuerto de Barajas. El destino me tenía preparada sorpresas.

Llegó a Santiago, yo la esperaba desde hacía varias horas. La vi y la encontré mas hermosa que nunca, estaba radiante, yo me encontraba pequeñito en comparación suya y hasta me encontraba feo, ¿como podía haber hecho que esta mujer tan estupenda se fijara en mí y ahora estuviera en Chile?, eso pensaba cuando un grito me saca de mis pensamientos y corre hacía mi, me abraza, me besa una y otra vez, llora, me vuelve a abrazar. Yo estaba un poco confundido y no me atrevía a expresar mis sentimiento, pues sabía que escondía un secreto, mi nueva pareja y mi hijo pequeño.
Parece que ella no notó nada, solo me hablaba y sonreía, haciéndome saber lo feliz que estaba de haber llegado a Chile. Nos volvimos a Concepción, yo tenía muchas aprehensiones. Diría la verdad o no.

La historia de Pancho, Cap.XVI. Viaje a España

Quién lo diría, apenas conocía Pucón, luego Villarrica, Santiago, y ahora estaba en España, la entrada a Europa. A mi llegada a Madrid, se me pasó toda mi vida por la mente, el lugar tan inhóspito donde nací, mi vida con los animales, el campo, las caminatas a pié para ir al colegio y ahora la vida me daba la oportunidad de conocer otro mundo. Luego tendría una audiencia especial en que saludaríamos al Rey de España. De donde la sacaste Puconino, diría un lolo de esta época. Pero la vida es así, hay que tomarla y agradecer las oportunidades que nos da.

Tenía vida de internado, desde las 9.00 hrs. del día lunes hasta las 18.00 horas del día viernes, después podíamos viajar a distintas partes.
Los becarios, teníamos una amiga española que nos recibía en su casa los fines de semana y por lo general el primer tiempo y sin conocer mucho, casi todos la frecuentaban. Era una bondadosa dama de sociedad española, que se había encariñado con Chile y atendiendo a los becarios retribuía las atenciones recibidas en nuestro país.

Recuerdo que un día domingo y habiendo pasado unos seis meses de mi llegada a ese país, en el almuerzo que compartíamos con los hijos y familiares mas cercanos de esta dama, me tocó sentarme enfrente, de una distinguida señora, de un treinta y cinco años, yo tenía como 32. Ella de inmediato reparó en mí y empezamos a conversar, llegaron los postres, el café, los bajativos y nosotros sin pararnos de meza seguíamos conversando. Yo estaba encantado, me gustaba mucho oírla hablar, con el acento de los españoles, además de que era muy hermosa. En un momento, miramos la hora y eran aproximadamente las cinco de la tarde, todos demás comensales se habían levantado y ya no quedaba nadie en el comedor. Ahí de inmediato me dí cuenta, que esta mujer era lo que siempre había buscado, elegante, distinguida, inteligente, estupenda, con una tremenda personalidad, muy segura de si misma.
Me contó que vivía cerca de Barcelona y que tenía dos hijos y se encontraba divorciada. Lo sabía todo, para que mas. Como las española son directas, antes de despedirnos me invitó a que la visitara en próximo fin de semana en Barcelona. Por supuesto dije yo ahí estaré, no podía dejar de pasar esa tremenda oportunidad.

Llegó por fin el día, alrededor de la medianoche tomé el tren a Barcelona, llegando de madrugada. Por supuesto, me esperaban en el anden.

Me llevó a su casa, y a media mañana recorrimos el lugar donde vivia un pueblo pequeño distante unos sesenta kms. de Barcelona. Ese día yo estaba en las nubes, mi anfitriona se esmeraba en atenderme, almorzamos en una restaurante ubicado a un costado de una carretera, muy típico y luego volvimos a su casa, yo a todo esto, no sabía como había que tratar a las españolas y se me pasaban mil cosas por la cabeza, pero no me atrevía ni siquiera a insinuar nada, era demaciado mina para mi, pobre Pancho del Sur. Llegó la tarde del sábado y caía la noche. En verano la brisa era fresca y había bajado un poco el calor. Me llevó en auto hasta un mirador desde donde se divisaba las luces de Barcelona y todo el pueblo donde ella vivia. Ella estaba muy fresca, vestía una batita de una tela muy delgada que se le apegaba al cuerpo, dejando ver, un tremendo cuero, como decimos los chilenos. Yo temblaba de ganas de tocarla, pero no me atrevía, hacía movimiento tratatando como en un descuido rozar partes de sus muslos que ella hbía dejado al desnudo, ya que había puestos sus piernas dobladas sobre el asiento y volvió hacia mi, para conversar. A esa altura, ya no me interesaba el paisaje, sólo mirarle las piernas y lo que dejaba ver su escote, pero estaba como paralogizado, no me atrevía a nada. En resumen, Pancho no atinaba.

Llegaron otros autos y me dí cuenta que era un lugar para pololear, pero nada de nada. Una y dos horas y yo ahí, inmóvil, hasta que en un momento, ella reacciona mi dice "Juan Francisco, coño, tiendeme en la hierba y cógeme" Ahí por fin reaccioné, y eché afuera todo lo que tenía guardado desde hacía seis meses. El domingo no nos levantamos, nada mas que para llegar a la estación de trenes y volver a Madrid. Pancho por fin pudo apechugar, y quedó bien parado, según supe después, ya que este romance se mantendria por muchos años, aún después de mi vuelta a Chile, país que ella conoció, en mi compañía. ¿Que les pareció esa?, cachetón no.

martes, 24 de junio de 2008

La historia de Pancho, cap. XV. La Escuela

En una semana, tenía definido mi destino, sería oficial de Carabineros. Como me crié en el campo y como mi padre era muy estricto, adaptarme a la disciplina de la Escuela de Carabineros, me costó muy poco. No fui muy bueno para estudiar, pero aprobé las materias sin grandes dificultades, me destaqué en gimnasia y equitación, ya que practica mente había nacido sobre un caballo, años mas tarde representaría a la Institución en esa disciplina deportiva.

En Santiago no conocía a nadie del sexo opuesto, así que pasé todo el tiempo sin pololear, hasta que llegó la ceremonia de egreso de los oficiales nuevos y nos obligaron a concurrir a la fiesta de gala con nuestras respectivas pololas. Yo, como no tenía polola a quién podía invitar para que me acompañara a la fiesta, era mi gran problema. Mi apoderado, me contactó con una niña que trabajaba con él en el Hospital. Esa sería mi compañera para la fiesta.

Llegó el día esperado, yo no conocía a mi acompañante, ya que sólo había hablado por teléfono con ella y habíamos acordado juntarnos a una hora determinada para llegar al baile. Llegó la hora y mi compañera no aparecía, hasta que muy avanzada la noche, llega en un taxi, pero ya no era hora de llegar, pues todos se darían cuenta de mi atraso a ese mi primer compromiso social. Decidimos no ir. Me pareció bastante bonita, mucho mejor de lo que hubiera imaginado y mas despierta que todas las niñas que había conocido en el Sur. Tampoco yo le resulté indiferente y a poco andar iniciamos un romance, que terminó en matrimonio años mas tarde, y quién sería la madre de mis tres hijos mayores.

Suerte la mía, vino mi graduación y me destinaron a la comuna de San Miguel, a pocas cuadras del domicilio de mi polola, así que en mi vida sentimental no hubo mayores cambios, hasta que en el año 73 contraje matrimonio.

Mi vida institucional, se desarrolló sin mayores contratiempos, fui muy disciplinado, eso me ayudó mucho, ya que rápidamente me destaqué por esa cualidad entre mis compañeros de trabajo y fue así como me destinaron como jefe de destacamento, al sur del país.

Ya como capitán y con varios años de servicio, mi vida matrimonial, que no era compatible con las exigencias de la institución empezó a flaquear. Desgraciadamente me había dedicado por estero a mi trabajo, descuidando mi relación de pareja, lo que finalmente termina por la separación.

En esas circunstancias, se me ofrece una beca al exterior y nuevamente el destino me puso a la misma persona que me recibió cuando ingresé a la Institución, ya que con un puesto muy importante en alto mando institucional, decidiría nuevamente mi destino. Se me concedió la beca, viajé a Europa y aquí tuve la suerte de conocer otra mujer que me marcó para siempre y que será motivo de otra historia.

lunes, 23 de junio de 2008

La Historia de Pancho, cap. XIV., La Prueba

Rendí la prueba de aptitud, me fue malito, con una poca o nula preparación, mal podría haber rendido. En esa época no habían preuniversitarios, ni nadie preparaba para el examen. Quería estudiar derecho, pero de a donde, apenas saqué 560 puntos y lo mínimo lo exigía la Universidad de Chile, y era 740 puntos. Pude haber estudiado alguna pedagogía, pero eso no me atraía y decidí volverme al campo y ayudar a mi padre en sus tareas con el aserradero o el fundo que administraba. La decisión estaba tomada, me quedaría en el campo.
Habían pasado las fiestas de fin de año y llegó a mi casa un amigo de mi padre con su familia, de visita por unos días. A él le contó mi padre el resultado de la prueba, mi imposibilidad de estudiar derecho y mi decisión de quedarme en el campo. El de inmediato se opuso o que me quedara en el campo y se comprometió a llevarme a Santiago, lograr mi ingreso a alguna Universidad o a una escuela de las fuerzas armadas, ya que yo no me podía perder con el potencial que tenía.
Sacrificó este señor sus vacaciones y viajó conmigo a Santiago, yo la ciudad mas grande que conocía era Concepción y nunca pensé llegar a Santiago. La encontré grandisíma y estaba como asustado por el movimiento, la cantidad de gente y de autos que transitaban por las calles, fuera de los edificios tal altos que nunca había visto.

Llegamos a la casa de unos amigos de Clemente, así se llamaba este bondadoso señor. La dueña de casa profesora y el marido médico internista de origen japones. En esa casa estuvimos varis días, mientras Clemente averiguaba en las Universidades posibilidades para mi ingreso, cuando a un almuerzo nos encontramos con un Oficial de Carabineros de visita, vestía traje de montar, era alto y se veía impresionante con su uniforme, yo primera vez que veía a un Carabinero de cerca, nunca había tenido posibilidad de ver ninguno. Al enterarme de que andábamos en busca de una oportunidad de ingreso a las fuerzas armadas o a la Universidad, me recomendó ir a la Escuela de Carabineros, ya que se habían abierto inscripciones para llenar una vacantes del curso de Aspirantes a Oficiales-

Fuimos a la Escuela de Carabineros, hablamos con el Oficial encargado de estos curso, un oficial del grado de mayor nos recibió, era el segundo Carabinero que conocía en mi vida. Era un hombre que impresionaba con su postura, alto, con lentes de piloto, botas de montar. Me interrogo de donde venía y grande fue mi sorpresa cuando dijo que conocía la zona y él había sido Jefe de la Unidad de Carabineros de Pucón y conocía a la mayoría de los habitantes y especialmente a mi familia, que era gente de fiar.

Me preguntó por antecedentes que traía, no andaba con nada, sólo mi carne de identidad, pero sacó la cuenta que reunía los requisitos y que podía juntarlos en algunos días y acompañarlos mas tarde.

Al día siguiente, me encontraba rindiendo examen con alrededor de 100 postulantes de diversas partes del país. Pasé las pruebas sin mayor problema, solamente quedaba el examen de natación, yo no sabía nadar y estaba parado al borde de una piscina olímpica y en la parte mas profunda. Tocan el pito y todos se tiraron al agua, y yo también. No supe cuanto tiempo pasó, pero al rato me encontré al borde de la piscina, donde me hacían resucitación y me daban los primeros auxilios, me rescataron cuando me estaba ahogando y había caído como piedra al fondo de la piscina. Por mi valentía me dieron por superada la prueba y así, a los pocos días, me contaba entre los seleccionado para integrar el curso

La historia de Pancho, Cap. XIII, La nueva casa

Ese año a mi padre le ofrecieron hacerse cargo de la administración de un gran fundo en la zona, lo que cambió radicalmente nuestra vida sencilla que llevábamos. Como les conté al empezar el relato, vivíamos en un lugar distante a 7 kms. del camino internacional y frente al que hoy es el aeródromo, casi en la mitad de un cerro. Teníamos una casa pequeñita con las mínimas comodidades y desde ahí mi padre salía a hacer sus negocios, especialmente el trabajo en elaboración de maderas y explotación de bosques. El fundo que administraría papá tenía alrededor de 2.000 hás., y su principal actividad sería la crianza de ganado normando, para carne, además de una pequeña actividad en siembras de cereales y forraje. Mis padre ya se habían cambiado hacía un par de meses, cuando tuve la oportunidad de conocer mi nueva residencia. Quede impresionado, la pequeña casa de mis padres, se había transformado ahora en una enorme caserón de unos trescientos m2., un gran patio, bodegas galpones, maquinarias, muchos caballos y casas de inquilinos alrededor.
Recuerdo que esta casa, estaba equipada con el amoblado de sus antiguos dueños y que mi madre, acostumbrada a una vida modesta, se negaba a ocupar y la mayor parte del tiempo, sólo pasaban en la cocina, que era como toda la casa antigua y que habían habilitado como comedor. La vida transcurría en ese lugar, un par de dormitorio que ocupaban y resto de la casa permanecía sin usar, salvo cuando celebraban alguna fiesta, que lo hacían en el comedor de la casa, que tenía capacidad para veinte personas sentadas. Luego rápidamente mi madre, limpiaba de nuevo, ordenaba todo y su vida, volvía a reducirse al comedor cocina. Yo me sentía plenamente satisfecho, recorría la casa de arriba a abajo y contaba a mis amigos con lujo de detalles el lugar donde ahora estaban viviendo mis padres. La situación económica de mis papás cambió, pero ellos, siguieron la vida modesta que llevaban, sin grandes cambios.

Mi padre al verano siguiente, nuevamente concurrió al aserradero, pero ahora iba y volvía rápidamente, sus nuevas obligaciones no le permitían dedicarle mas tiempo, de todas maneras, la zona había cambiado mucho y ya empezaron a llegar camiones, que trasladaban la madera hasta Pucón y de ahí a lo centros de comercialización. Ahora los viajes a la cordillera, los hacíamos en camión, cuando un vehículo subía a buscar madera, ese nos pasaba a buscar y el viaje que demoraba más de un día a caballo, lo hacíamos en unas dos horas.
Recuerdo, que en uno de estos viajes, mi padre que hacía las veces de policía, veterinario y doctor, le avisaron que un trabajador estaba muy enfermo y fuera a verlo. Después de interrogarlo, llegó a la conclusión que lo que tenía, era que estaba trancado, (en el bosque, había comida una gran cantidad de maqui) eso produce que se forme un gran bolo en el intestino grueso, que las personas no pueden obrar. Este hombre hacía alrededor de cuatro días que no obraba, tenía fiebre y estaba muy hinchado.
Mi padre dio el diagnóstico y propuso la solución. Debería ser sometido a un lavado de estómago-
Prepararon un gran ubre de vaca que usaban en esa choza para almacenar provisiones, la llenaron con agua jabonosa, desde el pesón de la ubre, pusieron una manguera y luego al final un canuto se sicuta, untado con grasa de carreta y se lo introdujeron en el ano. El hombre hinchado y que no obraba en cuatro días, rugía de dolor, cuando le soltaron el agua que empezó a entrar por el trasero de este pobre hombre. Mi padre dirigía la operación, hasta que en el momento, el hombre lanza un alarido, sale un tapón duro como una roca y el resto del excremento blando salta sobre los asistentes, el doctor Pancho y sus ayudantes. El hombre, inmediatamente se sintió aliviado, pero la experiencia la vivimos por varios días con el olor que quedó la ropa que llevábamos puesta.

Muchas veces, papá debió hacer de policía, ya que se producían robos y peleas entre los trabajadores, el buscaba y encontraba al ladrón, lo amarraba y lo llevaba al cuartel de Carabineros mas cercano, 50 kms. del lugar. Varias veces se produjeron homicidios, mi padre capturaba al hechor y lo entregaba a la policía.

En una oportunidad, llegaron al lugar unos individuos que huían de otros que los perseguían. Se refugiaron en nuestra casa. Le avisaron a mi padre y el entra, ambos portaban grandes machetes. Al verlo quedaron paralizados, los toma a ambos del pelo, los alza en vilo y golpea sus cabeza como quién toma dos zapallos y los azota contra sí, desmayados los saca al exterior y deja sobre el camino. El resto de la banda al ver ésto salió huyendo y nunca mas se supo de ellos.

Sería mi último viaje al aserradero, luego terminaría mi enseñanza media y quedaba la ceremonia de licenciatura.
Me entregaron mi licencia secundaria. Mi papá estaba feliz y muy orgulloso, el apenas aprendió a leer y escribir, nunca fue a la escuela.

En esa oportunidad, hizo una gran fiesta e invitó a todos mis compañeros, al fundo que administraba, a celebrar. Hizo matar una vaquilla y hubo asado por doquier para todos mis compañeros. Lo pasamos estupendo. Esa fue la última oportunidad que compartí con mis compañeros de curso. A algunos nunca mas volví a ver. Ahora faltaba que diéramos la prueba de aptitud académica la PAA, que era la primera vez que se daba en Chile, antes había bachillerato-