miércoles, 25 de junio de 2008

La historia de Pancho, cap. XVII, El reencuentro

No hay plazo que no se cumpla y mi estadía en el viejo mundo llegaba a su fin, después de un mes de recorrer las principales capitales y ciudades europeas. Llegué a Santiago era invierno, me pareció todo tan feo y gris, la gente se veía triste y le encontré a todos cara de indígenas.
No cabía dudas que estaba enamorado, mi novia española me despidió en el aeropuerto y apenas pisé suelo chileno, la estaba llamando. Después comenzamos a escribirnos, practicamente una carta por día, encomiendas casettes, con grabaciones etc., etc. Esto duró poco mas de un año, pero la distancia mata al amor y nuestras cartas se fueron distanciando. Yo había vuelto a mi trabajo y me encontraba de nuevo avocado por completo a él.
Pasaron cuatro año y al menos hacía dos años que no tenía noticias de mi amiga española. Había hecho un curso para jefe de la institución y fui trasladado a Concepción.

Un día y encontrándome un poco deprimido, ya que por razones profesionales no pude viajar con mi pareja a Concepción, la que había encontrado después de mi regreso de España. Decidí escribirle para saber de ella, ya que a pesar del tiempo era algo que no podía borrar de mis pensamientos y era que en el fondo seguía enamorado.

Grande fue mi sorpresa, cuando habiendo pasado unos quince días, me avisan que tenía un llamado de larga distancia, específicamente de España. Mi corazón dio un vuelco, supe enseguida quien me llamaba y efectivamente era ella. Nos reencontramos ese día, nos llamamos al día siguiente, al subsiguiente, etc. etc., hasta que habiendo transcurrido una semana me avisa que tiene pasajes para Chile y que llega un día el sábado. No podía creerlo, mi pecho estaba hinchado de felicidad, la vería nuevamente, habían pasado mas de cuatro años, como estaría, como me encontraría ella a mi. Pero en el fondo, lo que temía era que yo ya no estaba sólo, tenía una pareja en Santiago y un pequeño hijo de dos años. Como volver todo atrás, que podría hacer, como de una plumada borrar todo y dejar en el instante en que nos despedimos en el aeropuerto de Barajas. El destino me tenía preparada sorpresas.

Llegó a Santiago, yo la esperaba desde hacía varias horas. La vi y la encontré mas hermosa que nunca, estaba radiante, yo me encontraba pequeñito en comparación suya y hasta me encontraba feo, ¿como podía haber hecho que esta mujer tan estupenda se fijara en mí y ahora estuviera en Chile?, eso pensaba cuando un grito me saca de mis pensamientos y corre hacía mi, me abraza, me besa una y otra vez, llora, me vuelve a abrazar. Yo estaba un poco confundido y no me atrevía a expresar mis sentimiento, pues sabía que escondía un secreto, mi nueva pareja y mi hijo pequeño.
Parece que ella no notó nada, solo me hablaba y sonreía, haciéndome saber lo feliz que estaba de haber llegado a Chile. Nos volvimos a Concepción, yo tenía muchas aprehensiones. Diría la verdad o no.

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