lunes, 23 de junio de 2008

La historia de Pancho, Cap. XIII, La nueva casa

Ese año a mi padre le ofrecieron hacerse cargo de la administración de un gran fundo en la zona, lo que cambió radicalmente nuestra vida sencilla que llevábamos. Como les conté al empezar el relato, vivíamos en un lugar distante a 7 kms. del camino internacional y frente al que hoy es el aeródromo, casi en la mitad de un cerro. Teníamos una casa pequeñita con las mínimas comodidades y desde ahí mi padre salía a hacer sus negocios, especialmente el trabajo en elaboración de maderas y explotación de bosques. El fundo que administraría papá tenía alrededor de 2.000 hás., y su principal actividad sería la crianza de ganado normando, para carne, además de una pequeña actividad en siembras de cereales y forraje. Mis padre ya se habían cambiado hacía un par de meses, cuando tuve la oportunidad de conocer mi nueva residencia. Quede impresionado, la pequeña casa de mis padres, se había transformado ahora en una enorme caserón de unos trescientos m2., un gran patio, bodegas galpones, maquinarias, muchos caballos y casas de inquilinos alrededor.
Recuerdo que esta casa, estaba equipada con el amoblado de sus antiguos dueños y que mi madre, acostumbrada a una vida modesta, se negaba a ocupar y la mayor parte del tiempo, sólo pasaban en la cocina, que era como toda la casa antigua y que habían habilitado como comedor. La vida transcurría en ese lugar, un par de dormitorio que ocupaban y resto de la casa permanecía sin usar, salvo cuando celebraban alguna fiesta, que lo hacían en el comedor de la casa, que tenía capacidad para veinte personas sentadas. Luego rápidamente mi madre, limpiaba de nuevo, ordenaba todo y su vida, volvía a reducirse al comedor cocina. Yo me sentía plenamente satisfecho, recorría la casa de arriba a abajo y contaba a mis amigos con lujo de detalles el lugar donde ahora estaban viviendo mis padres. La situación económica de mis papás cambió, pero ellos, siguieron la vida modesta que llevaban, sin grandes cambios.

Mi padre al verano siguiente, nuevamente concurrió al aserradero, pero ahora iba y volvía rápidamente, sus nuevas obligaciones no le permitían dedicarle mas tiempo, de todas maneras, la zona había cambiado mucho y ya empezaron a llegar camiones, que trasladaban la madera hasta Pucón y de ahí a lo centros de comercialización. Ahora los viajes a la cordillera, los hacíamos en camión, cuando un vehículo subía a buscar madera, ese nos pasaba a buscar y el viaje que demoraba más de un día a caballo, lo hacíamos en unas dos horas.
Recuerdo, que en uno de estos viajes, mi padre que hacía las veces de policía, veterinario y doctor, le avisaron que un trabajador estaba muy enfermo y fuera a verlo. Después de interrogarlo, llegó a la conclusión que lo que tenía, era que estaba trancado, (en el bosque, había comida una gran cantidad de maqui) eso produce que se forme un gran bolo en el intestino grueso, que las personas no pueden obrar. Este hombre hacía alrededor de cuatro días que no obraba, tenía fiebre y estaba muy hinchado.
Mi padre dio el diagnóstico y propuso la solución. Debería ser sometido a un lavado de estómago-
Prepararon un gran ubre de vaca que usaban en esa choza para almacenar provisiones, la llenaron con agua jabonosa, desde el pesón de la ubre, pusieron una manguera y luego al final un canuto se sicuta, untado con grasa de carreta y se lo introdujeron en el ano. El hombre hinchado y que no obraba en cuatro días, rugía de dolor, cuando le soltaron el agua que empezó a entrar por el trasero de este pobre hombre. Mi padre dirigía la operación, hasta que en el momento, el hombre lanza un alarido, sale un tapón duro como una roca y el resto del excremento blando salta sobre los asistentes, el doctor Pancho y sus ayudantes. El hombre, inmediatamente se sintió aliviado, pero la experiencia la vivimos por varios días con el olor que quedó la ropa que llevábamos puesta.

Muchas veces, papá debió hacer de policía, ya que se producían robos y peleas entre los trabajadores, el buscaba y encontraba al ladrón, lo amarraba y lo llevaba al cuartel de Carabineros mas cercano, 50 kms. del lugar. Varias veces se produjeron homicidios, mi padre capturaba al hechor y lo entregaba a la policía.

En una oportunidad, llegaron al lugar unos individuos que huían de otros que los perseguían. Se refugiaron en nuestra casa. Le avisaron a mi padre y el entra, ambos portaban grandes machetes. Al verlo quedaron paralizados, los toma a ambos del pelo, los alza en vilo y golpea sus cabeza como quién toma dos zapallos y los azota contra sí, desmayados los saca al exterior y deja sobre el camino. El resto de la banda al ver ésto salió huyendo y nunca mas se supo de ellos.

Sería mi último viaje al aserradero, luego terminaría mi enseñanza media y quedaba la ceremonia de licenciatura.
Me entregaron mi licencia secundaria. Mi papá estaba feliz y muy orgulloso, el apenas aprendió a leer y escribir, nunca fue a la escuela.

En esa oportunidad, hizo una gran fiesta e invitó a todos mis compañeros, al fundo que administraba, a celebrar. Hizo matar una vaquilla y hubo asado por doquier para todos mis compañeros. Lo pasamos estupendo. Esa fue la última oportunidad que compartí con mis compañeros de curso. A algunos nunca mas volví a ver. Ahora faltaba que diéramos la prueba de aptitud académica la PAA, que era la primera vez que se daba en Chile, antes había bachillerato-

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